Sin la presencia
de Dios no podemos
ser transformados, el nos
llena esperando convertirnos en portadores de
su santa unción
a donde vayamos.
El derramo su Espíritu
no para que seamos santos sino
para que lleguemos a hacerlo, sin la presencia de Dios
es imposible alcanzar la
santidad.
Las personas se equivocan cuando se
creen perfecto y se ponen como
ejemplo a los demás, Dios
los ungirá pero la vedad es otra,
cuando revisamos la biblia no hay profeta
o apóstol que haya
sido perfecto y hoy seguramente no hay.
Pero hay hombres y mujeres que se
consagran al señor, para vivir
una transformación a diario como
el barro en las manos
del alfarero.
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